Un día muy-muy largo...(y una historia muy-muy larga)
La verdad es que la noche anterior me había acostado tarde viendo Lucía y el sexo, película que me gustó bastante. Por la mañana fuí antes a la facultad a copiarme el programa EViews y después quedé con Loco.. (el alias de Tomasín) para ir a la clase sobre La Guerra de Iraq (ya no se usa mucho la expresión de II Guerra del Golfo). Antes de llegar a la Plaza Mayor, donde se iban a dar estas clases-charlas-¿debates? (lo pongo con interrogación porque no surgió mucha dialéctica seria), le invité a Tomás a un café en el Starbuck Café de la Plaza de los Cubos (me hacía falta porque me sentía destemplado con el cambio meteorológico).
En la Plaza Mayor vimos pronto que no había movimiento, ni nada que nos interesase para quedarnos (puesto que el profesor de nuestra facultad hablaba a las 16h), a parte de las muchísimas chicas que pululaban por allí. Entonces Loco... me propuso ir a Marihuana a mirar camisetas. Después de mirar y remirar allí, me llevó a un bar en Lavapiés que era como volver 20 años atrás en como eran los bares españoles, pero te ponían un plato de jamón y queso gratis con la cerveza. Nos bebimos 50cc de este brebaje y volvimos hacia la Plaza. Entramos en Maxi a tomarnos unas cañas y porque tienen fama las tapas. Es un local con una decoración rústica pero con toques modernos (como sus camareros gays) pero de las tapas no vimos ni una lista o carta de tapas, aunque sí de vinos, y como íbamos (sobre todo yo) inspirados, nos dió por pedir unas copas de Rueda.
Después fuimos a comernos unos bocadillos de calamares (ya veis que es la semana de los bocatas de calamares) con un tubo de cerveza. De segundo plato, ya en el Ñeru, nos comimos una ración de fabes con almejas que nos supo a gloria con unas sidrinas. Allí nos encontramos a Humberto con compañía femenina (a Tomás le sorprendió un poco, pues creía que era un poco gay), que por cierto, también iba un poco bolinga.
Eran casi las cuatro y nos fuímos a lo que realmente era la actividad principal del día y para lo que habíamos quedado: la clase. Llamé a Di porque ella quería quedar, pero al final, como otros, desquedaron. La verdad es que no nos hacía falta nadie más, puesto que nos lo estábamos pasando muy bien, aunque hubiera estado bien la presencia de más gente.
Empezó la clase y todo el mundo escuchaba atentamente al profesor X. Arrizabalo. Estableció la metodología marxista para el análisis del tema, lo cual está bien, puesto que así se sincera, aunque yo no estuviese de acuerdo con está forma de ver las cosas. A mi lo que me interesó de todo lo que oí en la clase fue la denuncia sobre la situación declinante, amplificadora de las desigualdades a todos los niveles, y por ello, preocupante de la economía mundial (el enfoque marxista no creo que sea capaz de explicar todos los aspectos de la realidad que estamos viviendo, sobre todo los no económicos, porque también cuentan y pueden ser decisivos en determinadas situaciones). Alguien rebuznó que el profesor mentía sobre la situación de los sistemas de capitalización chileno y la situación se tornó tensa durante unos momentos. Yo pregunté al profesor sobre las razones que podría tener el gobierno español para apoyar a la coalición angloamericana (no les llamemos aliados, porque no se lo merecen), pero su respuesta, verbalmente un tanto atropellada, de que el Partido Popular era un partido fascistoide y que España no tenía peso internacional suficiente, no me dejó nada satisfecho puesto que por mucho que se haya radicalizado a la derecha y que prácticamente estén tomando el pelo a los españoles, no se pueden considerar fascistas (¡no estamos en el Chile pinochetista!) ya que respetan las normas democráticas (pese a que se han saltado el protocolo constitucional en varias ocasiones). Lo que también me gustó mucho fue la participación esporádica (y simpática muchas veces), y el creciente número de personas que fue atraída por la charla.
(estábamos sentados detrás de la estatua ecuestre de Felipe III)
Después volví a casa, instalé el Eviews y quedé con Blasman para salir. Un par de cervezas en La Tasquita, unas risas y para casa, porque tenía que levantarme pronto para ir a Salamanca. Me fastidió no poder ir a la fiesta del III Aniversario del Ávalon, pero bueno, intentaré ir al IV Aniversario (jejeje).
El viaje fue una odisea, porque no cogí el servicio express sino el regular, que me paseó por Ávila, Segovia y Valladolid (más de 3:30h de viaje). Finalmente llegué y ya os continuaré contando en la siguiente misiva.
Pasad un buen día.
Saludos a tod@s
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