¿Qué ha pasado desde el miércoles?
Nos habíamos quedado en que iba a salir por las fiestas. Pues bien, quedé a las 23h con Precioso, quien había quedado con ya Alasko (los fuegos artificiales empezaban a las 23:30h) y a Blasman le veríamos ya en el Ávalon, ya que tenía que currar.
La novia de Precioso (llamémosla Preciosa) se trajo a dos amigas suyas de la facultad, cuyos nombres no recuerdo (soy bastante malo para eso, entre otras cosas) y nos fuimos todos a las casetas de la Finca Liana. Ellos (todos menos Alasko y yo) no habían cenado y se metieron en la caseta del PSOE pues además de nuestras convicciones políticas, trabajaba allí Eli, una chica que salía con nosotros en nuestros años mozos. Pero la cosa no nos salió rebajada, sino al precio normal, que era realmente una estafa: 4€ un mini de cerveza aguada. Ciertamente se me quitaron las ganas de votar al PSOE. Debe ser que en todos los escalones del partido hay una faceta muy característica, sobre todo en el pasado. Bueno, después de bebernos tan inmundo brebaje, nos marchamos al mogollón de las fiestas: la zona de las peñas. Allí el espectáculo fue de lo más lamentable que había visto en mucho tiempo y es que los tiempos han cambiando a peor en algunas cosas: niños entre los 8 y 12 años bebiendo, fumando (de todo), comprando hachís, vomitando; las niñas no quiero decir como iban vestidas. Pero lo más lamentable es la irresponsabilidad de los padres, por no educarles. Creo que están perdiendo los últimos años de su infancia, que es la edad dorada de toda persona. Ya tendrán tiempo para todo eso, aunque esté mal.
Nos pusimos al lado de un altavoz (como siempre) y se nos unieron más amigas de Preciosa. Entre que eran chicas muy tímidas y todo el ruido de la música (a partir de un nivel de decibelios molesta y por tanto es ruido) no cruzamos palabra alguna. Estuvimos allí hasta las 2:30h. Lo divertido (hasta llorar) fue cuando se pusieron a bailar una canción de Mago de Oz llamada “La fiesta pagana”, tipo celta-ska (o algo así) y el grupo (excepto Alasko y yo, que no nos gustaba este tipo de música, ni ninguna que pusieron, la verdad, y que estuvimos hablando y guaseando sobre la gente que veíamos, chistes, etc.) y se puso a bailar a empujones, como si se hubiesen unido a una danza tribal, y en esto que Precioso arremetió contra Preciosa de tal modo que la desplazó unos cuantos metros. Todo aquel que vio la escena se moría de risa: sólo faltó que el pinchadiscos parase la música y que toda aquella congregación de gente se acercase a ver a la pobre chica levantarse del suelo, mientras unos a otros se iban contando lo que había ocurrido. Las risas duraron un rato. Había sido la guinda a la noche, que estaba siendo un poco aburrida. Al poco rato se fueron, todos. Nos quedamos Alasko y yo.
Me quería ir pero no tampoco quería dejarle sólo, sabiendo lo mucho que le gusta quedarse hasta altas horas para al día siguiente no acordarse de nada y tener que irle describiendo sus etílicos chistes malos (pero que te hacen gracia siempre por como los cuenta), sus malas artes de pesca con anzuelo y tiro con carabina, sus prontos de mal humor, sus incomprensibles frases para la posteridad y sus momentos de surrealista franqueza. Todo un personaje-persona, este Alasko. Ah, por cierto, después de tanto intimar con El Bigotes, sabemos ya como se llama: Carmelo. No me lo podía ni imaginar.
Después de vagabundear por los diferentes sitios donde seguía la fiesta hasta las tantas, acabamos en el Ávalon. Era del todo previsible, ya que allí conocemos a mucha gente y todo el mundo va allí. Alasko me empezó a contar que conoció a una de las gogós rubia, con la que estuvo saludándose durante un tiempo. A las 4h se presentó Blasman (arreglado y sin el uniforme reglamentario de la Blas&Cía) y allí estuve yo hasta las 6:30. Ellos se quedaron y seguramente seguirían la fiesta en el Morgana, que cierra a las 10h (no he hablado con ellos). La verdad es que llegué a mi casa más tocado de lo que pensé en un primer momento y es que las copas se subieron al final, cuando tenía que llegar a casa (menos mal que está al lado).
El jueves y el viernes fue en plan tranquilo. Ya no salí más a las fiestas pues ya había tenido bastante con el miércoles. Me dediqué a descansar y hacer el vago, actividad que se me tornará extraña en los próximos dos meses, cuando termine los exámenes. No hay nada interesante que escribir (si interesante es lo anterior).
El sábado quedé con Anastasia. Su autocar se averió y llegó a las 12:45h en vez de a las 11:30h. Pensábamos ir al Museo Reina Sofía, pero se me ocurrió coger el teleférico e irnos a la Casa de Campo para visitar el Zoológico o el Parque de Atracciones. Nos decantamos por la primera opción. Ella no lo conocía y yo había ido de pequeño y apenas me acordaba de nada. Tuvimos que andar mucho y pasar mucho calor, pero lo pasamos muy bien. La tarde pasó deprisa y a las 23h estaba en casa.
El domingo fue muy tranquilo: por la mañana fui con mi padre a comprar a Carrefour y allí nos encontramos con mis tíos y primos, a los que hacía tiempo que no veía. Por la tarde me fui a correr y el resto lo pasé haciendo realmente el vago.
El lunes fue el día de los reencuentros tras las pequeñas vacaciones del puente. Estuve haciendo el rollo de la serie temporal con mi compañera y después a clase. Ya por la noche me enchufé la película de estreno del canal+: Trece días. No está mal, pero se hace un poco pesada, y si no os gustan las tramas políticas, no la veáis.
Un saludo a tod@s
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